Durante el día, el sol emite una luz entre blanca y azul que nos ayuda a mantenernos alerta y a sentirnos con energía. Por esta razón, la luz blanca que imita la luz del día es la ideal para espacios donde realizas tu rutina diaria como la cocina, el baño, el gimnasio, la oficina o para tu tocador pues te permite ver los colores como realmente son.
Evita colocar luz blanca en zonas de descanso, especialmente en tu habitación. Cuando el cuerpo absorbe demasiada luz del tipo incorrecto, el ciclo de sueño se puede ver afectado.
Luz cálida
Como te comentábamos anteriormente, el ritmo cardíaco se adapta a la cantidad de luz lo que nos lleva a deducir que conforme se acerca la noche nuestro ritmo se alenta para permitirnos entrar en un estado de relajación que junto con la producción de melatonina -una hormona que nos ayuda a sentirnos somnolientos- nos preparan para ir a dormir.
La luz cálida se caracteriza por sus tonos amarillentos los cuales el cerebro asocia con calidez, confort y relajación. Por sus características, es ideal para las habitaciones o la sala de televisión.
Cabe resaltar que este tipo de iluminación puede cambiar nuestra percepción del color, hacernos sentir somnolientos y dificultar el enfoque en tareas específicias.
Luz neutra
Como su nombre lo indica, este tipo de iluminación presenta el balance perfecto entre la luz cálida y la luz fría. Es más común verla en combinación con la luz cálida que con la fría, pero ambas configuraciones son posibles.
Se caracteriza por mantener un ambiente relajado pero con un toque más activo que permite realizar tareas que requieran atención. Es perfecta para las áreas sociales como el comedor y la estancia o para áreas de transición como los recibidores y los pasillos.
También es posible colocarla en la habitación, la única recomendación es que evites utilizarla en tu mesa de noche. Entre más lejos de tu cama, mejor.
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